Estas son las condiciones laborales a la hora de limpiar las alcantarillas de la India
Parece de la Edad Media, pero es una noticia del Siglo XXI. Hablamos de los parias, aquellas personas que realizan las tareas más marginales en la India según su sistema de castas, quienes sufren diariamente a la hora de realizar su trabajo.
Estas personas se desplazan con un cestito en la cabeza que no contiene precisamente alimento o recursos, sino que porta el contenido de los pozos negros y las cañerías que se dedican a limpiar por toda la India. Su trabajo se considera, incluso, afortunado, ya que su labor no requiere penetrar en las alcantarillas. Únicamente en este país, unos 600 millones de personas san el campo o la misma calle para aliviar sus intestinos. De esta forma, aparecen millones de toneladas todos los años en un país extenso a la par que poblado, 325 habitantes por kilómetro cuadrado.
La limpieza de alcantarillas en Delhi causa cerca de 22 muertes a los trabajadores. Pues bien, en la India esta cifra supera las 200 defunciones. Los parias se dedican a la limpieza del alcantarillado y sus condiciones laborales son horribles, puesto que en ellas no aparecen desechos de uso doméstico únicamente, sino que aparecen numerosos productos químicos de uso personal e industrial como nitratos, sulfatos o mercurio, entre otros.
De esta forma, las personas que se dedican a limpiarlas padecen quemaduras, asma, dermatitis, infecciones pulmonares o infecciones en la piel y en oídos, entre otras. Otro de los componentes gaseosos que aparece en ellas es el monóxido de carbono, un gas letal. Ni huele, ni tiene color, pero mata en segundos. Además, es inflamable, peligroso y explosivo en zonas mal ventiladas.
Las personas que acceden a estas alcantarillas van provistas simplemente de un cubo, guantes de goma y ropa interior cuando el protocolo de seguridad debería ser increíblemente mayor. Los ciudadanos de la India acceden desnudos de pies y cuerpo, atados con una cuerda a su cintura. La vida laboral de ellos es de unos diez años y las condiciones de salud en las que quedan son realmente nefastas: un hígado enorme, infecciones de toda naturaleza y la pérdida del sentido del olfato hasta pasados unos años, como respuesta del organismo ante tal agresión olfativa. Él mismo huele a ácido butírico, un gas que aparece en personas con problemas dermatológicos, hepáticos y digestivos. En el peor de los casos, estas personas fallecerán jóvenes.
Las condiciones laborales en algunos países son muy desfavorables. Un asunto que requiere medidas urgentes para que no sigan cometiéndose este tipo de sucesos, que van en contra de los Derechos Humanos de las personas y que deberían ser garantizados en su totalidad para todas y cada una de las personas que viven en este planeta.